jueves, 3 de junio de 2010

Otra tarea más del taller de escritura en la cual la profesora nos daba los títulos de los cuentos y nosotros teníamos que hacer micro-cuentos de hasta 15 renglones basándonos en los títulos y bueno, salio esto. Ni se porque lo subo, pero me gusta que el titulo de la entrada sea estúpidamente largo JEJ

MINOTAURO
Aquel par de cuernos coronaban la testa del Minotauro. Aún desgastados, amarillentos y rayados, eran motivo de su orgullo. Maldecido desde su nacimiento, producto de un enfermizo encuentro entre su madre y un toro; resentido contra la plebe griega y sus dioses, recorría diariamente su laberinto, las pezuñas de sus patas retumbando en las paredes de piedra. Y lo seguiría haciendo hasta el fin de sus días, alimentándose de pobres diablos que osaran entrar en su interminable y caótica guarida, de la cual nadie había podido escapar con vida. Los bloques de granito eran sus únicos confidentes. Conocía de memoria cada bifurcación y desvío de los caminos, los cuales parecían siempre cambiar y no demostrar ningún patrón reconocible para el ojo inexperto de las pobres victimas que los recorrían; estas terminaban exhaustas de caminar en círculos hasta llegar a un pasillo cerrado, encontrando la muerte a manos del Minotauro en forma de sablazo o de una mismísima cornada. Y cuando ya se sintió invulnerable, seguro de su completo dominio de aquel escenario y de su poderío sobre los simples humanos, llegó Teseo, con una cuerda en una mano y una espada en la otra.

LA LIEBRE & LA TORTUGA
La liebre, después de varias horas en el psicoanalista debido a su derrota contra la lenta e insulsa tortuga, llegó a la conclusión de que en realidad había perdido por errores suyos y no por mérito propio de aquel nefasto reptil rastrero, y que si íbamos a los hechos, aún seguía siendo la más rápida de las dos. Además, ¿Qué tipo de fábula es aquella que castiga al habilidoso y premia al débil? Cuanto más indagaba sobre la cuestión más indignada y furiosa se encontraba con el escritor que la había puesto en semejante ridículo al perder esa carrera. Decidió volver a buscar a la tortuga, jugarle la revancha, ganarle sin ningún problema y después ir por aquel ignorante e inútil escritor bueno para nada que se pensaba que podía humillarla para dar el ejemplo. Iba a morderle las manos hasta que ya no pudiera ni levantar un lápiz. Una vez empezada está nueva carrera, la liebre tomó la delantera rápidamente, dejando atrás en unos pocos metros a su perpleja contrincante. Pero antes de alcanzar la meta, a pocos metros ya, sintió (y supo) que nunca llegaría a esta. Los maquiavélicos designios que tenía el escritor para ella eran distintos, de ninguna manera iba a permitir que su historia se tergiversara de esta manera y mucho menos que sus manos fuesen mordisqueadas. No. La liebre cayo dura, víctima de un infarto, a escasos centímetros de la línea de llegada.

A GUSTO Y  PIACERE
Empezó a llover café, café tibio y azucarado por sobre las cabezas de los transeúntes, tiñendo sus ropas de un cálido y rojizo marrón, manchando las paredes y salpicando el piso de concreto. Luigi miraba estupefacto como aquella llovizna daba paso a un chaparrón de caramelo derretido, un viscoso liquido que se escurría de entre los techos y dificultaba el andar de las personas, haciendo del camino un sendero pringoso en el cual los zapatos de la gente se quedaban pegados como si fuese velcro. Reaccionando rápidamente, volvió hacia adentro de su casa en busca de una cucharada sopera, para conseguir todo el caramelo posible. Agarró también la cacerola más grande que encontró, y salió decidido a ingerir tanta azúcar como su cuerpo se lo permitiera. Un granizo de gomitas y chicle ahora golpeaba levemente los parabrisas de los autos, un abanico interminable de colores rebotaba en los paraguas y sombrillas de los peatones que continuaban apurados yendo y viniendo de sus destinos, ignorando en su mayoría esta asombrosa anomalía climática. Había dulces a gusto y a piacere, parecía que la fantasía de Luigi se había cumplido finalmente. Comió, comió y comió hasta que la lengua perdió el gusto, comió hasta que la dentadura se le cayó, comió hasta que sus venas bombearon azúcar y siguió comiendo. 

6 comentarios:

El Rag dijo...

Conocía de memoria cada bifurcación y desvío de los caminos, los cuales parecían siempre cambiar y no demostrar ningún patrón reconocible para el ojo inexperto de las pobres victimas que los recorrían, las cuales terminaban exhaustas de caminar en círculos hasta llegar a un pasillo cerrado, encontrando la muerte a manos del Minotauro en forma de sablazo o de una mismísima cornada.

fuck man, that's one long sentence

El pato Bonavides dijo...

se, me zarpé.

El pato Bonavides dijo...

en especial esas dos veces que dice "las cuales", como que no da :S

El pato Bonavides dijo...

Ahi lo edité para maximizar palabras (?)

Anónimo dijo...

El de la tortuga y la liebra definitivamente fue el mejor (para mi) me encantó!

Anónimo dijo...

Jaja son geniales esos anónimos. Estoy segura que en un 100% eran los mismos que me bardeaban a mi.