miércoles, 13 de julio de 2011

Fucking amateurs



Tengo que disculparme hoy. Estudios recientes se han llevado a cabo en el INDEC para corroborar la hipótesis que indica que, debido a mi ausencia en la blogósfera, la tasa de suicidio se ha incrementado un 24,7% entre los hombres de 60 a 75 años, y que desde el 2005 que la inflación se congeló. Ahora bien, como ustedes adivinaran, no me interesa en lo más mínimo la muerte de ninguno de ustedes, manga de inútiles; pero el hecho de que se haya comenzado una labor de investigación en sí, para ver la repercusión de mi blog en el mundo, me fascina. Así que acá me tienen, felices?

Pero todo eso es agua que pasó debajo del puente. Un año y monedas luego de haber comenzado a trabajar en ese antro del mal, lugar de reunión de la escoria conocida como empleados administrativos de Farmacias P+P, heme aquí, vivito y culiando, desempleado. RE-NUN-CIO. O renuncié mejor dicho. Hace una semana que fue mi último día laboral, el miércoles; llevé facturas, me rasqué las pelotas un par de horitas, y me tome mi tiempo despidiéndome de la gente, que lloraba, pataleaba y se tiraba de los pelos al enfrentarse con mi partida. Incluso los muebles parecían deprimidos, opacos, sin brillo. Las paredes de salpicré me engancharon la camisa una o dos veces cuando las rozaba, como diciéndome “quedate chiquilín, es un mundo cruel afuera”. Estoy casi seguro de que vi al micro-ondas poner carita triste con los pixeles de su mini pantalla. Luego de sus llantos y un par de hurras, me alzaron entre hombros, tirando pétalos de rosa por donde iba pasando mi sequito conmigo a cuestas, y me escoltaron hasta la salida. Afuera, el carruaje real me esperaba, un imponente dragón con escamas verde turquesa y una montura de esmeralda pura, con detalles en cuero y oro. Al subirme, me así firmemente a sus cuernos, y con un suave tirón, comprendió que era el momento de partir. Sus majestuosas alas cortaban las nubes y el aire me despeinaba la rubia cabellera, que me llegaba hasta la cintura. Pero he aquí una laguna que tengo en medio de la historia, ya que lo próximo que recuerdo es estar tirado en plaza constitución, con un cartón de vino toro sin terminar, y sin pantalones. La única explicación que se me ocurre es que un misil rastreador de calor, dirigido a casa de gobierno, accidentalmente se topo con mi dragón, que cayó a pique y se estrelló en la plaza. Devastado por la pérdida me tomé un vinito caliente que me pegó mal y me dio amnesia temporal, y mis pantalones… no sé. Lo que importa es que ya no laburo más.