jueves, 15 de julio de 2010

Franco!: *i know jack kennedy, jack kennedy was a friend of mine *senator you're not jack kennedy


Como antropólogo agropecuario con un doctorado en ciencias ocultas de la Universidad de Westinghouse & Danton, fui designado para el estudio de una tribu bastante peculiar, los trabajadores administrativos. Luego de trazar las líneas generales de la investigación, me tomé el 159, me baje en la cancha de Boca Jrs., caminé un par de cuadras hasta los cuarteles del clan, y luego de una pequeña charla con el cacique en la cual me preguntó por mis experiencias y mi conocimiento previo, me fue permitido ingresar a tan hermético grupo social. El trabajo de campo etnográfico comenzaba, dejé mi tienda de campamento situada a la salida del baño y, con una kodak instantánea y un anotador y lapiceras de Ben 10, me dispuse a entrevistar a los desconfiados trabajadores.

Debido al lenguaje escueto e intrincado que utilizaban, lleno de expresiones que me resultaban ajenas, me fue complicado desenvolverme apropiadamente en el grupo social de estos energúmenos. Por lo que había entendido de aquellas primeras experiencias, me quedaba claro algo: estaba presenciando un choque de culturas, literalmente. La red de significados que configuraba su pensamiento era muy distinta a la mía, pero poco a poco fui entendiendo términos específicos que utilizaban para llevar a cabo sus rudimentarias tareas. Era más que claro para mí que sus pequeñas mentes primitivas divagaban y les costaba esfuerzo hasta la más simple de las tareas, requiriendo horas para sumar, restar y dividir cifras anotadas en pequeños papeles conocidos por ellos como “Factura A”. Para ello se servían de las llamadas “computadoras” cuando los números los rebalsaban. Esta tarea de contaduría resultaría beneficiosa para el cacique de la tribu, ya que este les daba una remuneración monetaria a cambio. Esta monótona rutina pseudo-aritmetica estaba acompañada a su vez por el espectro social que permeaba los distintos grados de interacción entre los actores.  Cada individuo ocupaba una posición definida en la escala social, y además de ser asignado con una tarea específica, debía pasar por un rito de iniciación conocido como “las facturas del viernes” (aclaración: no confundir estas facturas con la factura tipo A, ya que se tratan de dos cosas totalmente distintas; una prueba más de la limitada capacidad de pensamiento y expresión de estos aborígenes), que consta en la obligación del nuevo integrante del grupo de conseguir por única vez -vía erogación- pequeñas masitas con dulce, crema o frutas para repartir entre sus pares y de este modo reafirmar los lazos de solidaridad social basados en la reciprocidad que articulan las relaciones entre estos individuos. Los he visto atragantarse con estos dulces en arranques de glotonería, para luego tomar un brebaje humeante y marrón, cuya procedencia me llena de dudas.

Pero como era de esperarse, a partir de mi primer mes en la expedición, comencé a distinguir la diferencia entre las normas teóricas que regulan la vida de estos obreros, y su aplicación en la rutina diaria, lo que Malinowski llamó “los imponderables de la vida cotidiana”. Aquí donde la teoría se desdobla y vemos su aplicación verdadera, es en este campo donde su pomposa actitud e innecesaria burocracia demuestra que aún estos cuadrúpedos inverbes tienen mucho que aprender. Personalmente me llevo de esta experiencia un conocimiento sobre los hechos sociales y, por extensión de sus consecuencias, las repercusiones e interpretaciones locales de los actores que participan en ellos, que no creo poder encontrar en ningún otro ámbito. ¿Humanos estúpidos? ¿O bestias brillantes? Solo una posterior investigación podrá poner punto final a este interrogante. 

7 comentarios:

El Rag dijo...

Senador, usted no es Sergio Goycochea

A. dijo...

creo que me rompen un poco las pelotas esos destellos del fondo o lo que sea, interfieren con los caracteres y me incomodan la vision.

El Rag dijo...

Concuerdo con la primer letra del alfabeto

El pato Bonavides dijo...

si pero queda lindo, no jodan

A. dijo...

y bue la moda no incomoda, wtf?

El Rag dijo...

Lindo te va a quedar el orto después de que te agarre, papeh. ÑEERIIIIIIIIII

Anónimo dijo...

te faltaba amor
que va